jueves, 14 de octubre de 2010

Amor carmesí

Gonzalo estaba realmente aturdido; el frío acero en la sien no lo dejaba ordenar sus pensamientos. Creía estar decidido a terminar con la tortura a la que se había sometido, pero el temblor de sus manos indicaba que había perdido todo el valor que alguna vez tuvo. Parecía secuestrado por la perversa ironía de no poder hacer consigo lo que ya había hecho con su esposa…  

Un día antes le había comprado a Teresa el vestido más costoso de su tienda favorita; ella no podía creer tan generoso detalle. Giraba con su vestido rojo; es que no tenía ni idea… estaba bailando envuelta en su muerte. Él lo tenía planeado desde hace días - desde que la vio besar a Ricardo, el responsable de su odio y dolor - la sangre disimula muy bien el carmesí, pensó el hombre herido.

Acordaron cenar en el restaurant de su primera cita, en el mismo lugar donde vio aquel beso infame – tan predecible la infiel. Estuvo deliciosa la comida, el vino… ¡Vino! Tenían años sin tomar una copa juntos. Teresa estaba encantada, la culpa no dejaba que entrara plenamente la felicidad. Sólo pensaba en llegar a la casa y terminar con esa relación paralela que nunca fue; esa noche recordó lo mucho que amaba a Gonzalo.

Llegaron a la morada y allí estaba él… con arma en mano, con los celos royendo la consciencia y el alma. Imaginaba a su mujer revolcándose con otro. El arrepentimiento no tenía cabida; “si no era para él, no sería para nadie”. ¡Maldita frase, cuántas veces la tildó de ridícula? No lo pensó mucho tiempo, fue a la habitación y cortó con pólvora el suspiro lleno de culpa de Teresa.

La cobardía invadía su cuerpo y cada gota de sudor amilanaba sus ánimos de acompañar a Teresa en la eternidad. Luchaba con el pánico; tenía que hacerlo. ¡Pensó en Ricardo!, su amigo desleal, el que había dejado rastros de pasión en Teresa; él triángulo tenía que cerrar. Se levantó con ímpetu, casi tan valiente como cuando saboreó el vino del último beso… Sabía que el pavor desaparecería en el mismo instante que lo viese yacer a sus pies.

1 comentario:

Carolina Dz dijo...

Wow.! Que historia... Pasa mas de lo que creemos, pero tus palabras lo han hecho mas real de lo que me podría parecerme si lo estuviera viendo en un film.